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Independiente sigue en caída libre. Volvió a jugar muy mal y fue vapuleado por Banfield, que venía de jugar el jueves por la Sudamericana. La continuidad de Garnero, en duda.

No hay caso, este Independiente prueba que cuando uno piensa que no se puede jugar peor, encuentra algún resquicio para comprobar que nos equivocamos. Se trata de un equipo sin rumbo, que no encuentra referentes dentro ni fuera de la cancha.

Para peor, el Rojo y sus hombres no muestran tampoco signos de amor propio, rebeldía o fastidio, algo que transmita a los que estamos afuera que la cosa pueda cambiar, aunque más no sea en la búsqueda de una caída más digna.

Lo de Banfield no sólo fue humillante, sino que dejó heridas difíciles cuando el Rojo suma sólo tres puntos en siete fechas y la gente se cansa de insultar a la Comisión, Menotti, Comparada, los jugadores, etc.

Caída libre
Y mientras el Taladro seguía bailando a los once (luego diez, por la tonta expulsión de Vallés) hombres vestidos Rojo, en las tribunas se escuchaban los argumentos más inverosímiles para tratar de encontrarle culpables a este momento.

Quizás, como dice la bandera que encabeza la tribuna desde hace tiempo, todos debemos mirarla y responder "Somos nosotros": los dirigentes, los jugadores, los hinchas... ¿Algo más? Sí, que ir a ver al Rojo es cada vez más un acto de fe que una respuesta a las encrucijadas que se plantean. Y que seguimos yendo a esperar un milagro.

Emiliano Penelas

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