0
Leandro Depetris, fana del Rojo desde chiquito, se confiesa en una entrevista publicada por Olé. Y dice: "Cuando entro en la cancha me olvido de lo que dicen de mí", recordando su pasado de crack infantil y su rápida llegada al calcio.


"Ahora soy más hincha de Independiente que antes. Y es la primera camiseta que me pongo y que no me queda grande", bromeó el volante no bien se calzó la casaca sobre su única ropa. "No me llegaron las valijas, no tengo una remera ni un pantalón. Ojalá aparezcan porque me traje todo de allá", se lamentó tras firmar un contrato por tres años (el Rojo le compró el 50% de su ficha), de hacer feliz al pope del club que hace dos años lo busca y de reírse de sí mismo por su español súper italianizado. Eso sí, no le vengan con que lo comparaban con Maradona porque mete el freno entre lo que fue y lo que es.

"De los 11 a los 13 iba y venía a Milano. Jugaba en mi pueblo, San Vicente (Santa Fe), y habré viajado tres o cuatro veces al año. Pero con mi familia y con Sebastián (Braun), mi representante, decidimos que era chico y nos quedamos en las Inferiores de River. Después, la historia es conocida: me fui a los 16 y ahora estoy volviendo. Todo rápido, si no nos aburrimos, por eso hacemos estos cambios, ja", cuenta ante Olé con una soltura y simpatía inusual.

- ¿Te aburrís?
-No. Pasé tres años maravillosos en Brescia, pero esta era una gran oportunidad, un tren que no podía dejar pasar. Y lo agarré. Vamos a ver qué pasa... Vengo porque quería jugar en este fútbol, y en Primera. Ese es el objetivo.

- ¿Fue duro vivir tan lejos siendo muy chico?
- El primer año, cuando jugaba en Reserva, estaba como en una pensión. Después, cuando me subieron a Primera, tenía mi departamento. Aunque una vez que aprendí a hablar el idioma fue más fácil, era como mi casa. Ahora tengo el acento pegado, así que lo voy a tener que perder. Me confundo con las palabras. Lo que pasa que al hablar las 24 horas en italiano es difícil. Cuando mi mamá me llama casi ni le hablo en español. Se te pierde un poquito. Y yo como era joven cuando me fui, se me pegó el acento. Seguro que me van a cargar.

- ¿Cómo ves tu vida acá?
- Soy muy tranquilo. Viviré con mi hermana en Belgrano hasta que tenga mi casa. Me gusta cocinarme, mirar una película. Soy un chico que no sale mucho, y eso no cambiará. Allá vivía en Ospitaletto, un pueblito a 20 kilómetros de donde nos entrenábamos. Tenía mis amigos y estaba muy bien. ¿Novia? No... Igual, pienso en jugar al fútbol.

- ¿Cómo es readaptarte al fútbol argentino?
- El objetivo del fútbol es en todos lados igual: el que hace más goles gana. Lo único, hay que acostumbrarse a los nuevos compañeros, a las exigencias del técnico, pero es nuestro trabajo y no será un problema. Independiente es un grande y, sin dudas, hay que apuntar a lo máximo. Con humildad y trabajo trataremos de colmar las expectativas de este club.

- ¿Pesa ser top a los 11?
- Cuando entro a una cancha me olvido de lo que se dice de mí, de las presiones; y lo único que quiero es ganar. Lo importante es la familia. Es como que ya estoy acostumbrado. Ya no tengo 11 ni 16 y hay que asumir otras responsabilidades. Esto es un juego, hay que jugar con alegría.


- Volvés cuando todos se quieren ir a Europa...
- Independiente tiene jugadores de buen pie: Daniel (Montenegro), Gandín, Lucas (Pusineri) y Fede (Higuaín), un técnico que fue un gran jugador; y eso te tienta. Me entusiasma sólo el saber que los domingos las canchas están llenas, es una motivación. No veo la hora de que empiece el campeonato. En Brescia hay un poco menos de gente. En serie A, como Milan o Parma, está todo lleno. Pero la serie B es como la B Nacional acá.

- Borghi debutó de chico, ¿te entenderá más?
- Ya estamos grandes... Eso pasó hace nueve años. Ahora tengo 20 y es otra historia. Creo que me verá como uno más del grupo, y nada... Tenemos un objetivo en común, así que el pasado es pasado.

María Laura Balonga
Diario Olé, viernes 18 de julio de 2008.

Publicar un comentario